Marruecos 2011.


No me apasiona demasiado el mundo árabe tras la experiencia de Túnez 2008 pero la empresa me obligaba a gastar los días de vacaciones pendientes del año y Marruecos era uno de los destinos mas baratos junto con Italia, donde ya he estado unas cuantas veces así que me armé de valor y saque un billete de Ryanair con destino Tánger.

Contrariamente a mi costumbre, tampoco tuve demasiado tiempo para organizarme, no me mastiqué demasiado el viaje, solo encontrar un hotel baratillo en Marrakech y trazar un plan con línea gruesa de norte a sur del pais. Así aparecí a la carrera por Barajas para poder coger el avión.

Nunca he corrido tanto con mochila. Creo que sin mochila tampoco. El plan era llegar a las 12:15 a Madrid y coger el metro a Barajas. Pero el autobús llego una hora más tarde a Méndez Álvaro (13:15) por un cúmulo de mala suerte y me cerraba la puerta de embarque a las 14:15 así que tocaba apretar el culo y correr. Eso hice por todos los pasillos del metro  y acabé llegando al aeropuerto a las 14h. Pasar un control, luego el otro y me dieron las 14:12, estoy en la puerta B29 y veo en pantalla “Last Call” para Tánger en la A4, así que a correr como un condenado para descubrir que me había equivocado de vuelo y que mi puerta era la B27. No veáis que risa mientras le explicaba al personal de EasyJet que me habían cerrado el embarque antes de tiempo y que era del todo punto injusto. Cuando me sacaron de mi error, mas o menos cuando paré de pegarles voces, tocó hacer lo mismo que había estado haciendo hasta ese momento, correr y correr. Finalmente llegué a tiempo a de coger el vuelo pese a llevar la mochila abierta y que se me cayera el portátil y alguna cosa más. Pero llegué.
Y aterricé en Tánger.
Tánger es sucia y decadente, a primera vista me encanta, la primera impresión confirma que esto es lo que me esperaba. La gente es sorprendentemente afable y habladora, sin ser tan pesada como yo esperaba. El único detalle es que o todos son unos traficantes de drogas o me ven con cara de necesitar un buen chute porque ya vamos por la decena de personas que me ofrecen droga.
El primer encuentro ha sido curioso. He cogido un taxi para llegar a la estación de tren (120Dh, precio fijo, no hay buses) y sacar el billete de tren nocturno a Marrakech. La estación esta algo alejada del centro, un poco en mitad de ninguna parte y como me he traído una guía que es una mierda, parece mas un libro para evitarse el venir que para ayudar una vez que estas aquí, pensaba pasarme la tarde tirado en la estación ya que estaba a 5km del centro ciudad y no hay buses, pero en un rato de aburrimiento me asomo a la puerta de la estación y cual seria mi sorpresa al ver ahí al fondo, no muy lejos, la cinta azul del mar.
Así que me acerco y mis ojos se abren al estrecho. A mi izquierda brilla Tánger ciudad y al fondo el país que le acaba de confiar el mando al PP.
Nunca he estado tan cerca y tan lejos de España, es curioso, veo al fondo la costa española y aunque esto sea el atlántico, se observan esos puntos comunes del mediterráneo, aunque con las lógicas diferencias, aquí hay mas miseria, suciedad y esta llena de esa gente a la que en España miras raro. Ahora el raro soy yo.
El paseo marítimo es como el de cualquier ciudad mediterránea. Incluso los chiringuitos tienen nombre español y presumen de tapas y paella.
Mi idea era estar un ratito a la vera del mar y volver a la estación pero como soy tonto, cuando no se que hacer, camino. Así que pasito a paso me acerco a Tanger villa con la mochila a cuestas hasta llegar a la estación de ferry, me siento un ratito en la plaza mientras veo anochecer, con el trasiego de la gente, a ratos modernos a ratos tradicionales en su vestimenta mientras como una napolitana de chocolate light sin chocolate. Ya me han metido el primer gol….
Retomo mis pasos y me hago fuerte en la estación, en un rincón solitario con 3 lados cubiertos mientras veo llover en la calle.
No se puede decir que haya estado incómodo, la gente ha sido sorprendentemente afable, mucho más de lo que yo hubiera imaginado, vista la experiencia de Túnez. Habrá que ver cuando bajemos al barro de los mercados y zocos y parques temáticos de la morería.
Estoy reventado de las carreras de esta mañana y de caminar con la mochila a cuestas.
En el tren toca butaca, yo esperaba literas así que va a ser mas duro de lo previsto, afortunadamente el revisor se porta y me lleva a un compartimento donde estaré yo solo buena parte del viaje. La gente parece realizar trayectos cortos con lo cual viene y se va mientras yo intento dormir de cualquier manera. El aire acondicionado zumba y esta fresco en el interior, pero no hay manera de apagarlo. Durante toda la noche se sucede gente variopinta hasta que a las 6 se sucede la tragedia que suele acompañar en los viajes nocturnos. El roncador. Ni con tapones me libraba de sus rebuznos.
Con orquesta de viento y dia de sol llegué a Marrakech, a una estacion de ladrillo moderna en un barrio alejado del centro sin ningún detalle especial.

 

2er dia en Marruecos, 1º en marrakech

Amanece en Marrakech, soleado y animado.
Toca caminar hasta el centro que esta mucho mas lejano de lo que parece, quizá sean 30 o 40min hasta la plaza Djemaa. Por el camino se asoma el minarete de la mezquita de la Koutoubia que me recuerda a la Giralda, prima hermana quizás.
Una vez allí casi con clarividencia logro encontrar el hotelillo Riad Rahba ya que el plano era una ruina. El hotel no esta lejos de la plaza, es pequeño y simple, no hay nada decorativo en las habitaciones que es diminuta, un baño, una cama y un perchero pero a mi me es suficiente. El nivel de tranquilidad, ayudado por lo vacío que está, es muy elevado, eso siempre es bueno a la hora de dormir.
Me ducho y me armo para ir a recorrer la ciudad. Para desayunar unas crepes con miel y un te, 5Dh, sabroso y aceitoso, me da igual que este hecho con la mano, aquí hemos venido a jugar. Me encamino hacia el sur, bajando por la medina, callejuelas estrechas por las que circula todo el mundo, motos, bicis, coches, carros, aquí vale todo, mientras la gente te saluda y ofrece droga. Será que me ven con pocas pintas de comprar o que no soy presa fácil, quizás sea la experiencia pero no me parecen tan pesados como los tunecinos. Por ahora. Mi táctica es fácil, ellos me cuentan una historia, yo les cuento otra, intercambiamos saludos, sonrisas y cada uno por su lado.
Comienza a llover, un orbayu fino, microscópico que me hace introducirme en el palacio El Badía El palacio es bonito y me hace certificar que hace unos cuantos cientos de años los arabes sabian vivir un rato mejor que el resto...
Cuando acabo la visita el agua se ha convertido en una lluvia persistente y contundente que me acompañara todo el día. Esto de venir a África y que me llueva se esta convirtiendo en costumbre. Quizás tenga superpoderes y no lo sepa.
Llevo buenas botas así que sigo avanzando, me meto en 2 monumentos esperando tener techado, error, las tumbas saidies y el palacio el Baja están descubiertos aunque la visita merece la pena.
El peaje de acceso en forma de entrada a
la cultura es bastante mas barata que en otros sitios. Sigo deambulando por la ciudad, llueve tanto como para casi no sacar la cámara.
Aprovecho para seguir visitando todos los sitios que estén a cubierto, el museo de la ciudad, exposicion incluida de arte moderno, la madraza, todo aquello que me resguarde de la lluvia que arrecia en el exterior.
Descubro con sorpresa una de esas cosas que te hacen darte cuenta del lugar en el que estás: En este país no tienen servilletas.
Por la noche la plaza Djemaa languidece triste bajo la lluvia, pese a que algunos valientes desafían al agua para tocar un poco de música o contar algún cuento pero no está la cosa para quedarse a verlo.
Toca retirada. Si que me sorprende ver que pese a la previsible orientación turística de los espectáculos, todo se realice en árabe. Mañana investigaré más sobre el asunto...

3er dia en Marruecos, 2º en marrakech

Nuevo día en Marrakesh
Creía que era el único cliente del hotel Riad Rahba, francamente recomendable por 15€ la noche pero hay otros 3 por el hotel, sigue estando mas que medio vacío. Salvo por la familia que lo habita que creo que duerme en el parte del patio cubierta con cortinas.
El desayuno es simple, te sirven pan, miel y mantequilla pero me vale para iniciar otro día de zapatillas y descubrimientos. No es la ruta quetzal pero me hace ilu igualmente.
El día es soleado, brillante y luminoso, así que me pongo en marcha con la idea de llegar de la manera más errática posible al barrio de curtidores. Los zocos que ayer estaban tan mustios hoy ya presentan un aspecto más vivo, mucho más animado con los consiguientes problemas en forma de vendedores que te salen al paso, te llaman, piden tu atención con cualquier método, yo los esquivo como puedo, siempre con una sonrisa en la boca que poco a poco se me seca y con variedad de técnicas, no, merci, la, suchram, a veces ni los miro y desdeño cualquier ofrecimiento por si acaso. Ya me empiezo a ver rodeado de enemigos.
También aparecen los buscavidas y espabilados que te quieren guiar hacia lo oscuro. Un par de ellos destacan entre lo demás. Uno me indica la dirección contraria a donde quiero ir, le digo que me da igual, que estoy paseándome, el me dice que la calle esta cerrada y que es mi amigo, continuo mi camino y llego a una plazoleta que no es mas que el encuentro de dos calles y allí aparece por detrás mío el personaje indicándome sin rubor alguno la dirección correcta. Yo me quedo un ratito al sol y unos metros mas adelante me lo vuelvo a encontrar, me saluda como buenos amigos y a mi se me acaba la paciencia. Me espero un rato viendo la animación callejera y cuando me pongo andar, lo siento detrás de mí. Me detengo otro rato y me adelanta. Cuando lo vuelvo a buscar ya no esta así que arranco de nuevo y descubro con sorpresa que se ha leído el manual ACME del buen espía porque esta sentado esperándome detrás de un carro. Al detenerme a admirar una mezquita ahí aparece de nuevo para guiarme con lo cual me pongo firme y lo mando a paseo. De estas parece que lo entiende y se da la vuelta, continuo mi paseo al azar y llego a las curtidurías, no hay más que ver como empieza a oler a peste. He conseguido evitar a varios oportunistas pero uno parece mas serio y por lo menos esta limpio así que se convierte en mi autoproclamado guía oficial.
Se presenta como el guardián de las curtidurías, curiosamente igual que otro que circula por detrás por mí. Me pregunto quien querría robar en un sitio que huele a mierda.
Me decepciona un poco el tema de las curtidurías, todos esos colores que se ven en fotos aquí casi no se ven, sepultado casi todo por una lechosa capa de barro y agua. El olor es inmensamente apestoso, al final del día todavía lo tendré metido en la nariz. Ni con el ramin de menta arreglamos algo.
Damos la vuelta completa al taller, me lleva a la tienda, subimos a la terraza y se tiene que confirmar con 10dh que es lo único que tengo. Se me queja y me perdona la vida pero es lo que hay. Vuelvo deambulando y esquivando al resto de buscavidas, veo las extrañas campañas electorales, dado que el viernes hay elecciones, no hay mítines ni carteles, solo agrupaciones de gente, cantando acompañados de tambores, repitiendo consignas y repartiendo panfletos. Continúo mi deambular por entre las estrechas callejas de la medina, donde mi afamado sentido de la orientación no me sirve de mucho y mucho menos me sirven las indicaciones de los vendedores, atentos a cualquiera con aires de turista. Pongo cara de saber a donde voy y sigo adelante, siempre adelante hasta que reconozco algún punto por el que ya he pasado o alguna mezquita con el nombre a la puerta. Eso no quita para que un par de veces me sorprenda pensando: ¿como he llegado yo hasta aquí?
Cojo el plano, marco una nueva dirección y tiro para delante hasta que me deje llamar de nuevo por los encantos de una callejuela. Visito la medina, vuelvo al museo de Marrakech, tiro para Báb Doukkala, me interno en los zocos, paso por entre los tintoreros, me pierdo por el camino y acabo en la plaza, otra vez camino del norte y vuelta hacia el sur por entre los mercados, peco un par de veces de pardillo, un vendedor me ofrece la tarjeta para que vuelva luego y para eso me hace entrar en la tienda, antes de que me de cuenta se ha situado entre la puerta y yo, me coloca un turbante en la cabeza, me hace fotos, me tira montones de ropa, empieza una escalada de descuentos sin darme tiempo siquiera a considerarlo, me pide que me pruebe la ropa, me halaga diciéndome que estoy bellísimo, si le pido un beso seguro que me lo da pero me agobia en exceso, no quiero comprar nada y menos lo que el me enseña, sus tácticas de defensa de la posición son agresivas, este valía para la defensa de la selección italiana, echa el culo para atrás mientras coge las ropas del estante superior para que no pueda evadirme. Al final, se queda con las ganas porque curiosamente cuando la cosa se pone así empiezo a farfullar y se me olvidan los idiomas que sé. Dos no se comunican si uno no quiere. Se da por vencido, me entrega la tarjeta y me dice que vuelva. Lo haré pero por equivocación y nada mas vea la tienda, me daré la vuelta, no vaya a ser que se haya quedado con mi cara.
Sigo deambulando, Es el destino que tengo hoy día, veo tiendas de precio fijo y no se si son caras o baratas pero por ahorrarme la comedia compro un par de detalles y me voy hacia la plaza a cambiarme de zapatos, que con el día que hace las botas de montaña son excesivas.
Como en el restaurante Bahja, en la parte trasera de Djemaa, muy rico y económico, tajine de pollo 30Dh, casi todos nacionales excepto algún turista aventurero como Frederick, viajero canadiense, instructor de parapente durante el verano, documentalista freelance durante el invierno. Ni por todo el oro del mundo vuelve a pasar un invierno en la Columbia británica, de donde es originario, me jura. Charlamos un rato de destinos comunes y lugares de origen y nos despedimos, cada uno por su lado, como si nada hubiera pasado. Me encamino hacia la Menara, equivoco el destino y acabo en las tumbas Saidies, es lo que tiene deambular sin mapa. Para corregir el error toca caminar mas de una hora por los exteriores de la muralla de Marrakech, mientras me aproximo sudo y reniego, esperando que el parque sea una maravilla mundial después de la caminata que me he pegado.
Al final no esta mal pero no merece todo el esfuerzo que yo le he metido. Descanso un rato observando los muiles que son del tamaño de atunes, no se como pueden ser tan grandes en un estanque tan pequeño pero ahí están formando parte del paisaje.
Cuando recupero mínimamente las fuerzas disfruto de otros 40min de caminata a paso ligero para llegar a la plaza, comienza la animación y yo me armo de valor para entrar a los zocos a comprar los detalles habituales y alguna camiseta de un equipo marroquí. Es curioso pregunto en cualquier tienda y me ofrecen la de la selección marroquí, les pido otra cosa y si no la tienen recorren todo el zoco para encontrármela, casualmente todos son familia y me llevan de una a otra tienda haciendo de intermediarios, hay tiendas por las que paso tres veces y son familia de otras tres tiendas donde inicie la búsqueda. Se me hace difícil comprar aquí, no suelo negociar bien, me planto en un precio y no me muevo, eso si, envolviéndolo con mucha dialéctica, sonrisas, teatralidad y declaraciones de amor eternas por Marruecos. Me hablan de la vida en las cooperativas, todo esta hecho a mano especial para mi, yo les hablo de la psicología de la venta y de las distintas clases de manzanas que hay en mi país. A veces me paso, no entran al trato y me dejan irme, como me paso con unas babuchas que empezaron entre 230D y 50D y acabamos discutiendo entre 60 y 50, me fui y mas tarde las ví a precio fijo 80d. Aunque no se comparar calidades igual apreté mucho.
Otro comenzó vendiéndome una bolsa de bandolera por 350D, me hablaba de calidad y casi original, lo mejor de lo mejor, me la llevo por 100d y aun así, ahora observándolo con detenimiento le veo agujeros por todas partes, Calidad decía el otro… y todavía me perdonaba la vida y me lo hacia como un favor. Son unos maestros pero no estaría mal un advenimiento divino que les obligara a no mentir, o por lo menos tan exageradamente. Siempre ganan. Tendré que apañar la bolsa.

Deambulo más y mas, parece que no tengo otra motivación que gastar suela, voy alternando entre los zocos y la plaza que crece en ambiente. Me tomo un zumo de naranja que me sabe a gloria, no se como he pasado un día por aquí sin haberlo probado, esta riquísimo, puesto 50, ya que el 39, recomendado en los foros ahora vende frutos secos.
Me entretengo un ratito comprando más detallitos y como siempre, se descuelga con el precio, pide el doble de las que tienen precio fijo pero al final lo saco por algo menos de la mitad. Mientras tanto, atendemos al 2º gol del Milán, al oír voces salimos los dos corriendo del puesto donde venden caracoles y bisutería para acercarnos a una puerta cercana y ver el gol. Tras un ratito volvemos a la venta, seguimos con nuestras teorias pero se interrumpe de nuevo la venta por las voces futboleras por lo que abandona toda intención de venderme nada, le pasa la gestión a su compañero y se larga a ver el partido. Con el compañero no hay mucho que discutir, ni pa ti 60, ni a mi 40. 45 y todos para casa.
Me sorprende la cantidad de gente que sigue al Barcelona, veo muchas camisetas y chándales pero todos falsos, mas que un euro de cartón incluyendo algun mural conmemorativo curioso.
Cena en el 31, me la quieren colar con la vuelta, discutimos por 5d, 50cts, y a mi me da la risa pero me da la vuelta correctamente. Con la iglesia se han topado. La comida pese a estar buena, no me parece tan espectacular como la tunecina o la turca, será cuestión de especias.
Otro paseíllo viendo los espectáculos, no habiendo lluvia son mucho mas numerosos, alrededor de farolas de gas se agolpan grupos, conjuntos musicales, Cuentacuentos, actuaciones, buscavidas, mendigos, tatuadores, carruajes, monos para la foto, personajes disfrazados,
hasta un combate de boxeo llego a ver. Es la famosa plaza en ebullición pero no está en plena actividad. Curioso que me pidan la propina antes de que comience el espectáculo.

Comienza a llover, una esporádica llovizna que hace que me recoja rápido antes de que lleguen los chaparrones.

4º dia en Marruecos, de Marrakech a Rabat

Tocaba desplazarse de nuevo, esta vez en tren hasta Rabat.

Caminata hasta la estación, los trenes son puntuales aunque yo no los definiria como modernos. Ventanilla a la derecha como siempre y a observar como cambia el paisaje desde la tierra rojiza, barro y arena conformando un pedregal seco en las cercanias de Marrakech hasta los campos cultivados apenas ligeramente verdecidos pese a ser otoño avanzado y finalmente llegar al mar, a Rabat.

Rabat no parece Marruecos, avenidas amplias, cafeterias modernas con terrazas, juventud por todas partes, gente vestida a la europea, muchisimos menos velos que en Tanger y Marrakech. Tiene buena pinta el dia y la ciudad. Es una ciudad mediterranea aunque mire al Atlántico, moderna y europea, un anacronismo frente al resto del pais.

Avanzo un poco avenida abajo para llegar al hotel Splendid, bastante recomendado en internet. Es simple y barato, quizás en su dia fuera un hotel lujoso pero ya queda poco de lo que fue, ahora es simplemente una ruina descuidada barata, silenciosa y centrica. Me quedo con la última habitación individual disponible, Está en el último piso, con vistas lejanas al mar al que me dirijo lentamente, atravesando la medina, sorteando con expectación y sorpresa manifestaciones callejeras debido a la proximidad de las elecciones. Es un placer recorrer la medina sin acosos ni asaltos, soy parte integrante de la masa que recorre las calles y no una presa fácil para los vendedores buscavidas. De la medina me dirijo hacia la Kashba, en la esquina del mar con la desembocadura de un ancho rio, con una necrópolis bañada por la orilla mar y el ocaso que se asoma por el fondo del océano.

La ciudadela del interior de la fortaleza de los Udala es una pequeña gema de colores azul y blanco, sucia por los carteles de los comicios pero igualmente linda con sus calles enrevesadas, sus vistas al mar y a la orilla opuesta del rio, con derecho propio a un rosado y lejano ocaso que ilumina las tumbas allí dispuestas. Me recuerda en su belleza y simplicidad a la necrópolis de Madhia. Tambien viene a mi memoria el cementerio de Luarca con sus inmensas vistas al mar. No se si los muertos aprovechan ese horizonte pero desde luego es algo envidiable para el descanso eterno.

La actitud de la gente es completamente diferente a la de Marrakech y Tanger, no son obsequiosos, pesados ni agresivos. Me sorprendo de charlar un rato con un guía que me ofrece sus servicios, parece atento, educado y formal. No se imagina lo que me gusta andar solo, a mi aire, descubriendo mis propios rincones personales asi que no da fruto su ofrecimiento, Aun así, le estoy agradecido por haberme dado un ratito de cordial conversación, por no haber sido ni remotamente como sus compatriotas, exagerado, acosador e indignante.

Se hacia de noche y tras cenar, decido seguir una manifestación hasta encontrarme con otra, todas las grandes avenidas de la ciudad parecen estar cortadas por las demostraciones públicas de fuerza de los diferentes partidos. No se si estas elecciones serán una pantomima pero el personal parece tomarselo en serio aunque no haya violencia por lo visto por mi.

5º dia. Rabat a Tánger

Otro dia soleado en la espléndida ciudad de Rabat.

Amanezco bien pronto porque quiero seguir pateando la ciudad, la torre Hassan es mi objetivo para el insultantemente luminoso dia. Estoy a la puerta justo a la hora de la apertura, sin desayunar pero con hambre de visita. La torre es preciosa, erguida firme y recia en el parque que son restos de una muy antigua mezquita, no se puede visitar y además hay obras que rompen la armonía del lugar ero aun así me encanta.Se ve un pelín vacio  y fuera de temporada, las fuentes no funcionan y el parque de atrás está cerrado.

El Mausoleo anexo es tambien muy bello, ostentoso, lujoso, marmóreo, serio, con sus vigilantes que permiten hacer fotos sin contemplaciones, sus oraciones constantes y su esplendida iluminación, casi excesiva para algo que se supone ha de ser oscuro como es la muerte.

Desayuno otra vez sobre la marcha, en la calle, unas crepes grasientas con miel y te, paseo por lo que me queda de la ciudad, visito la simple catedral católica, apenas una iglesia sencilla en otra ciudad, aqui es un simbolo inesperado de apertura religiosa.

Otra vez me subo al tren, esta vez camino del norte, Tánger. Aumentan los campos cultivados, el verdor escaso de la tierra y las señales de tierra habitada. Las vias pasan cercanas a la costa llegando a Tanger hasta desembocar pasado el mediodia en la estación. Otra vez caminata por todo el paseo marítimo hacia el Hotel Continental, que está al extremo del paseo, ya en terrenos del puerto, subido a una pequeña loma. Por el camino compruebo que finalmente ya han conseguido acabar con mi paciencia, varios pedigüeños me acompañan durante el camino, pretenden desviarme de mi ruta con mentiras, con charlas intrascendentes, chistes usados y para rematar la triste faena, siempre piden u ofrecen droga. Ya no puedo más, empiezo a revivir mis pesadillas de Tunez.

Un hotel con un sabo históricor como pocos habré visitado en mi vida, exotico, lujoso, pleno de interiores árabes y recuerdos antiquisimos. Me encanta, pocos hoteles me han impresionado tanto, sin ser lujoso esta pleno de rincones encantadores. Es barato y además tenemos la suerte de que nos dan una especie de suite, habitacion y salon con vistas al puerto y al mar. Quizás sea un pelín ruidoso, está a pie de puerto industrial y en obras, ni uno solo de los muebles de la habitación es más joven que yo, incluida la tele y las alfombras hace mucho que perdieron el color pero la cama tiene un cabezal de hierro forjado, tenemos sofás y butacones de múltiples colores y la habitación es luminosa.

Apenas bajo del hotel y llego a la estación de Ferry a recoger a mi señora. Un pequeño control de pasaportes y ya está en un nuevo pais.

La tarde la pasamos dando vueltas por la ciudad, no hay mucho que ver de noche, aparte del zoco y la medina que conforme caen las horas pierden actividad.

6º dia. Tánger y Asilah

Otro dia soleado para turistear a lo grande.

Para empezar iremos a visitar uno de esos pueblos imperdibles que hay en todo pais, que no dejan de ser un parque temático para turistas, tiendas, restaurantes y poco más. El pueblo en cuestion en Asilah, a unos 30kms de Tanger.

Como es costumbre, escogemos la vida complicada y economica para ir. Cogemos un taxi compartido con otros 4 marroquís, un mercedes 300 que suena a roto, cuyo marcador ya murió a los 300000km y donde el calor humano y exterior se hace notar.

El pueblo es principalmente una pequeña ciudadela principalmente azul y blanca, mayoritariamente segunda residencia de turistas, la crisis se hace notar en la cantidad de ellas que estan a la venta. A pie de mar, unas murallas cercan la ciudadela, dandole olor y sonido de mar furioso invernal. El paseo es agradable, al venir fuera de temporada hay muy poca gente, muchas tiendas cerradas y pocos asaltos de vendedores. Comemos en la parte menos comercial del pueblo y volvemos a Tanger con el mismo desplazamiento, en otro mercedes color crema, comido por la vejez y las miserias, con otra millonada de kms encima pero que sigue funcionando sorprendentemente.

Dando vueltas por Tanger, buscando sitio para cenar llegamos por casualidad a una de las mayores y mejores experiencias gastronómicas de mi vida. Restaurante Populaire, situado en unas escaleras detrás del mercado, solo ofrece menu cerrado de degustación, todo productos marinos y muy frescos. Caro, cerca de 20€ por cabeza con todo.

El menú:

De entrada despues de unas almendras, nos pusieron un par de cazuelillas de pulpitos, gambas, espinacas y chopitos a cual más placentero

de segundo dos lenguados fresquisimos, sabrosisimos, repletos de sabor a mar, salados, especiados y a la parrilla.

De postre frutos secos locales, almendras, cacahuetes, anacardos con miel y fresas

De bebida nos servian un digestivo hecho zumo de frutas desconocidas, que tenian hirviendo durante 24h y luego dejaban macerar otras 24h. no se cuantos litros beberia pero era exquisito.

El gerente del restaurante atentisimo y alegre, hay parejas tanto locales como extranjeras, son apenas 8 mesas en un ambiente cálido y oscuro, con todos los productos expuestos a la vista. Toda una sorpresa y una delicia para cerrar un dia tranquilo con una amplia sonrisa de satisfacción.

7º dia. Tánger

Domingo en Tanger, soleado pero fresco.

Toca salir a visitar la ciudadela de Tánger. Como era de esperar, esta sucia, descuidada, sin indicaciones pero mira hacia el estrecho, se ve España ahí a lo lejos. Como siempre nos asaltan los pesados habituales, adultos y niños, unos contandonos que son los guardianes de la ciudadela, otros que son guias oficiales sin carnet ni idiomas, no hay manera de librarse de ellos. Unos niños nos piden, nos exigen chicles, gominolas, dinero para una pelota de futbol, nos amenazan con una pistola de juguete, como si fueran unos delincuentes y no llegan ni a los 8 años. Que ganas de soltarles una ostia y tirarlos monte abajo...

Recorremos el resto del pueblo, seguimos callejeando por la medina haciendo tiempo para embarcar a mi señora al ferry y yo me tengo que buscar una habitación en alguna pensión para pasar la ultima noche.

Consigo un refugio por algo menos de 10€ en una pension infame, sucia, oscura, como siempre amenizado por el sonido de una mezquita cercana, Al irse Ale, me siento solo en una ciudad extraña, huraña y desagradable, Me voy a dar una vuelta para cenar y sigo sintiendome observado, sigue habiendo quien me busca para colocarme algo que no necesito, con malas artes y engaños. Me quedo a ver el futbol español en una cafeteria, dejando que se pase el tiempo lo más rápido posible pero no lo consigo, la ciudad me parece cada momento más sórdida, se nota que la marea de turistas ya se ha ido y que mi estado de ánimo no es el mismo. Solo quiero irme y pronto para mi casa.

 

8º dia. Vuelta a casa

Amanece el dia con los cánticos del muecín desde la mezquita.

El nuevo dia me insufla nuevos ánimos para salir a patear la ciudad y eso hago, desayuno sobre la marcha para variar, visito el mercado, subo y bajo por el zoco, callejeo más por rincones oscuros, por calles sórdidas haciendo tiempo para ir al aeropuerto.

Solo se puede ir en taxi al aeropuerto y eso hago, previa negociacion para que me salga mas barato. El precio es conocido e informado ya a las afueras del aeropuerto pero yo quiero sacar descuento. No me hace falta pero ya forma parte de la gracia del pais. A base de negociar aquí y allí, ya lo disfruto y a menudo obtengo un beneficio.

Del resto poco que contar, el aeropuerto es moderno, el avion me muestra toda la llana superficie de la peninsula iberica con sus pequeños secretos como embalses, centrales termosolares, pueblos, ciudades y campos.

Alsa para casa y se acaban mis vacaciones en Marruecos. Otro pais en la mochila.

 

Conclusiones

Ni frio ni calor. Estos paises moros, o árabes como Túnez son bonitos pero acaban por no resultarme agradables sobre todo debido a la injerencia de la gente, de los vendedores. No todo el pais es asi, conforme te alejas de los circuitos habituales, la gente se vuelve normal, atenta, cercana como en cualquier otro pais del mundo. Si tengo que volver no lo haria en las mismas condiciones. Si he de volver, que sea en moto, explorando territorios donde no llegue el turismo.

 

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